En medio de la pandemia que marcó un punto de quiebre en la vida de muchas personas, Juan Guillermo Molina, tecnólogo electromecánico de profesión, se enfrentó también con el desempleo y en lugar de dejarse vencer por las circunstancias, decidió invertir en una impresora 3D sin pensar que esa máquina lo iba a llevar a crear lo que hoy es su proyecto de vida: Moll 3D, una empresa dedicada a la impresión de materas 3D utilizando filamentos orgánicos, principalmente derivados del café.
El éxito ha sido tanto que hace pocos días, en la Noche del Emprendimiento celebrada en las instalaciones de Ruta N, Juan Guillermo y su socio recibieron el premio a Emprendimiento del Año.
Con una década de experiencia en el mantenimiento de restaurantes, Juan Guillermo decidió explorar el mundo de la impresión 3D durante el confinamiento. "Empecé a imprimir y a cogerle amor a la impresión 3D, saqué cositas bonitas como macetas, lamparitas y empecé a vender", compartió durante la entrevista.
Fue en este proceso de exploración y venta de sus creaciones que se asoció con un colega, quien también fue su antiguo jefe. Juntos decidieron ir más allá de las impresiones comunes y buscaron un material innovador, así que se inspiraron en las tendencias europeas que involucraban la construcción de casas de cemento y vidrio y decidieron utilizar un recurso local: el café.
"Soy hijo de un cafetero, mi abuelo es cafetero, entonces nací y crecí en un cafetal", explicó Molina y, con esta conexión tan personal y su proceso, surgió la idea de utilizar los residuos del café que quedan después de prepararse un tinto, y que se conocen como borra, para desarrollar un filamento de impresión 3D. Los obtiene gracias a una extrusora, máquina casera que transforma la borra del café en filamento utilizable para la impresión 3D.
El filamento resultante, denominado PLA (ácido poliláctico), es un plástico termo compostable y amigable con el medio ambiente, extraído de la caña de azúcar, el almidón de maíz o la remolacha. Moll 3D logró desarrollar una fórmula que permite aprovechar la borra de café que es el residuo que queda después de preparar esta popular bebida, convirtiéndolo en un material base para la impresión 3D.
Su primer producto fue una maceta hecha con este filamento de café y no busca solo crear objetos estéticamente atractivos, sino también sostenibles y con un fuerte mensaje ambiental.
La oportunidad de llevar su emprendimiento al siguiente nivel llegó con la convocatoria del proyecto Emprendimiento Social, liderada por Ruta N. Juan Guillermo nos compartió cómo todo se alineó en ese momento y la incubadora de Ruta N le proporcionó el impulso necesario para avanzar en su proyecto. "Nos ayudaron bastante y vieron un gran potencial en el emprendimiento", destacó Molina.
Desde que inició Moll3D en junio de 2020, ha evolucionado significativamente. Ahora está en proceso de incubación con Ruta N y el Laboratorio de Innovación, buscando expandir su capacidad de producción, mediante la adquisición de una extrusora más avanzada. Esta inversión permitiría a Moll 3D aumentar la eficiencia y la calidad de sus productos.
La maceta de café inspiró a Molina y a su socio: también están buscando crear filamentos con otros residuos como la cáscara de aguacate: “la idea es usar materiales orgánicos que normalmente se descartan para crear piezas de diseño de alto nivel para la decoración del hogar.” Mezclan, entonces, una estética agradable con el compromiso de sostenibilidad y economía circular.
Aunque Moll 3D sigue creciendo, Juan Guillermo no olvida sus raíces y su propósito principal: transformar residuos en obras de arte sostenibles y, con una mirada hacia el futuro, él y su socio esperan que Moll 3D se posicione en la región como una marca que fabrica artículos para el hogar de manera sostenible y con un toque único derivado de materiales orgánicos y locales.
Por: Mateo Yepes Serna.