Hoy más que nunca el mundo nos pide un cambio: las sociedades necesitan renovar sus políticas si queremos tener un futuro sostenible para todos y todas.
¿Qué podemos hacer? Una de las soluciones es que por medio de acciones sencillas y colectivas empecemos a variar algunas conductas y responsabilidades respecto a nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y, sobre todo, con el medio ambiente. Esta es una tarea que debe entre todos y todas: ciudadanía, academia, Estado y sector privado.
Un buen modelo es preguntarnos si eso que estamos haciendo, cambiando o transformando tiene que ver con los objetivos de desarrollo sostenible.
Esto es lo que propone el concepto de la innovación transformativa, el cual busca generar un cambio de chip en varias de las conductas que hoy más afectan al planeta.
¿Cómo funciona?
Se trata, básicamente, de acciones que vendrán de experimentar con distintas alternativas respecto a esas dinámicas sociales, económicas y medioambientales que necesitamos cambiar. Luego, el siguiente paso es hacer un seguimiento y una evaluación para corregir, mejorar y cambiar lo que sea necesario para llegar a los resultados esperados.
Países como Suecia, Finlandia, Noruega o Sudáfrica han adoptado este modelo desde hace 20 años y han logrado grandes transformaciones en temas de movilidad, producción agrícola, el uso de fuentes hídricas o la producción de energía, entre otros.