Por Iván Castaño, director ejecutivo de Ruta N.

@ivancastanop

El sector empresarial lleva varios años interesado en implementar estrategias basadas en innovación y nuevas tecnologías que le permita ser más competitivo y sostenible en el tiempo. En ese camino, de las primeras dudas que surgen es si se tiene el conocimiento y las capacidades internas para asumir el reto.

Esto se da porque, con el paso de los años, las empresas suelen tener un nivel alto de experiencia en el desarrollo de productos y servicios, al tiempo que se nota una disminución en adopción y apropiación tecnológica. Es allí donde muchas no alcanzan a percibir todo el valor que puede ser generado.

Según la encuesta CEO Outlook 2021 de KPMG, para el 65% de quienes participaron, las empresas deben priorizar la inversión en nuevas tecnologías como catalizador del crecimiento y, el 81% consideran que las nuevas alianzas son cruciales para las estrategias de transformación digital. Es decir, la suma es: tecnológica y colaboración.

Uno de los caminos que se puede tomar y que viene mostrando importantes casos de éxito, es el de la innovación abierta. Implica un proceso de apertura, de buscar afuera y de entender múltiples opciones para cumplir objetivos empresariales, logrando así tener mayores capacidades a futuro.

Con esta vía, las organizaciones se descentralizan para conectarse de forma estratégica con emprendimientos y otras empresas, lo que redunda en nuevas perspectivas frente a los desafíos y la apropiación de soluciones de otros sectores e industrias.

En Colombia las organizaciones le están perdiendo el miedo a intentar y a equivocarse, lo que ha facilitado que la innovación realmente permee a todos los sectores, logrando modelos de negocio competitivos a nivel global.

Este texto fue publicado originalmente en la edición del 28 de febrero de 2022 en el diario ADN.