En la actualidad estamos viviendo una nueva etapa de esta pandemia que ya ajusta dos años de cambiar las forma en las que nos relacionamos, nos movemos, compartimos y trabajamos. La gran mayoría de personas cuyas tareas así lo permitían pasaron de estar en una oficina 8 horas diarias a convertir su casa en su lugar de trabajo. Ahora esas mismas personas están regresando a entornos de trabajo colaborativos y colectivos, y esto conlleva ciertos retos y responsabilidades por parte de los empleadores, pues no se trata de volver al modelo pre pandémico.
Es aquí donde entra un concepto relativamente nuevo, el del lugar de trabajo regenerativo, el cual consiste en poner a las personas en el centro de las decisiones corporativas, cuidando de manera integral su salud y bienestar para así lograr rendimientos sostenibles. Trabajando desde casa, los y las empleadas hemos disfrutado de una mayor flexibilidad en nuestra vida laboral y nos hemos dado cuenta de que no tenemos que estar “calentando silla” para desempeñar nuestras labores de forma productiva.
Al mismo tiempo, hemos experimentado también aislamiento, estrés y dificultades para establecer límites saludables entre nuestra vida profesional y personal. Nuestra salud física, mental, emocional y social se ha visto fuertemente afectada por las diferentes dinámicas que ha traído consigo la pandemia, y las empresas tienen ahora el reto de hacer que su gente se sienta segura y motivada para reconectarse con su quehacer. ¿Cómo podemos entonces crear un nuevo entorno laboral que nos anime a ocupar espacios de trabajo colaborativos y que ponga el bienestar de las personas en el centro de las decisiones corporativas?
“Se trata de dar forma a un lugar de trabajo que sea tan cómodo como el hogar y que aproveche al máximo el espacio de oficina compartido, donde la comunidad laboral puede interactuar, compartir y dirigirse hacia un propósito común. El lugar de trabajo regenerativo significa poner fin a los opuestos percibidos del trabajo y el bienestar, el entorno doméstico y el de oficina, las necesidades individuales y las aspiraciones colectivas”, explica Sir Gary Cooper, profesor de Psicología Organizacional y Salud en la Alliance Manchester Business School de la Universidad de Manchester.
1. Volver a la oficina sí, pero no así
Las oficinas o espacios de trabajo presenciales deben estar centradas en las necesidades de los y las empleadas, y deben pensarse como parte de una cultura organizacional que incentive el trabajo colaborativo. Adicionalmente, la flexibilidad es impajaritable: el trabajo independiente con opciones ocasionales de trabajo presencial les permite a las personas seguir teniendo agencia sobre su tiempo, su estilo de vida y sus formas de productividad.
2. La salud física, mental y emocional de las personas sí es asunto de las empresas
Es fundamental que las empresas apliquen un enfoque holístico de la salud y el bienestar para ayudar a su equipo de trabajo a reconectarse y sentirse respaldados en su regreso a la oficina, especialmente teniendo en cuenta las secuelas físicas, mentales y emocionales que nos ha dejado la pandemia.
3. Espacios al menos tan cómodos como la casa
Una mayor flexibilidad en el manejo del tiempo, la oportunidad de preparar nuestras comidas, la posibilidad de pasar más tiempo con nuestra familias, poder organizar la agenda para hacer ejercicio y compartir el horario laboral al lado de nuestras mascotas son algunos de los beneficios que hemos descubierto al trabajar desde casa. Las empresas y empleadores deben aprender de estas experiencias y ofrecer nuevas herramientas de salud y bienestar que garanticen que las personas puedan hacer pausas y encontrar diferentes maneras para recargarse. La flexibilidad es clave.
4. Empleadores y empleadoras: es hora de practicar la escucha activa
Una encuesta realizada por JLL en 2021 reveló que los y las empleadas esperan que su lugar de trabajo sea un espacio seguro donde puedan ser ellos y ellas mismas, compartir sus dificultades y hablar sobre temas de salud mental que antes estaban sancionados en entornos laborales. El desafío es crear la confianza necesaria al interior de los equipos para que cada persona sea reconocida por sus aportes y respaldada en momentos de crisis.